16/4/10


A 3 años del asesinato del maestro Carlos Fuentealba

Impunidad para los poderosos, injusticia para el Pueblo

El 22 de abril inicia el juicio oral a los compañeros de Quebracho por el escrache al asesino Sobisch


Aquel 5 de abril de 2007, con Fuentealba al borde de la muerte, salimos a manifestarnos contra la represión, contra el abuso de los poderosos, por el derecho a luchar. Inmediatamente, junto a unas pocas organizaciones políticas y sociales, decidimos salir a señalar a los culpables, sin poner en la balanza conveniencias circunstanciales, miedos a lo que podía decir “la opinión pública” sobre nosotros, lo que podían pensar los moralistas que nunca hacen nada o los riesgos que corríamos. Hicimos lo que había que hacer. Nunca barajamos la alternativa de quedarnos en nuestras casas, putear al techo y resignarnos a la muerte o a todo lo que viene desde arriba. Salimos cientos de nosotros, en aquellas pascuas con nadie en la calles del centro porteño. Vinimos desde distantes puntos del Gran Buenos Aires, dejando la comodidad de nuestros hogares hacia la Casa de Neuquén. Estaba vallada, protegida por un inmenso operativo policial. Quemamos unas cubiertas, realizamos un pequeño acto y nos dirigimos al local partidario del Movimiento Popular Neuquino del asesino Sobisch, quien por entonces se postulaba a presidente. A la cabeza de la columna marchaban los compañeros de la autodefensa. Llevamos adelante el escrache y la represión se desató contra nosotros. Porque para muchos vale más una vidriera rota que la vida humana. La persecución a nuestra organización continuó. Primero con la Policía Federal cercando nuestro local del barrio San Cristóbal, tirando gases lacrimógenos e intentando ingresar por la fuerza sin orden judicial. En esa acción detuvieron a varios compañeros, entre ellos Fernando Esteche de la Mesa Nacional de Quebracho, quien había participado del acto pero no del escrache. Un botín de guerra. Días más tarde, el 17 de abril, en el marco del acto por el Día Internacional por la Libertad de los Presos Políticos en pleno centro porteño, los servicios de inteligencia secuestraron a Raúl “Boli” Lescano, compañero también de nuestra Mesa Nacional. Durante 3 horas, miembros de organismos de Derechos Humanos y abogados recorrieron las comisarías de la ciudad sin tener respuesta respecto a su paradero. Ambos permanecieron detenidos durante 6 meses en el Penal de Marcos Paz logrando salir solo por la histórica campaña de solidaridad que se gestó y por la huelga de hambre que llevaron adelante durante 43 días, solo bebiendo agua. Fueron liberados luego de ser trasladados de urgencia al Hospital Argerich y al Hospital General de Agudos Dr. Zubizarreta respectivamente, el 2 y 3 de octubre de 2007. Finalmente, este 22 de abril la "justicia" comienza el juicio oral contra nuestros compañeros.



El miedo y los verdaderos enemigos

El pasado 24 de marzo miles salimos a las calles. Se cumplían 34 años del inicio de la última dictadura. Pocos días después de cumplirse 31 años del mismo golpe militar, los maestros en Neuquén estaban siendo reprimidos por reclamar lo que es justo, por luchar por una vida digna. Y a 31 años de que tantos fueran asesinados, ahora en democracia, Fuentealba caía desangrado. Pocos se manifestaron sobre el hecho. Poco dijeron los medios de comunicación. La “opinión pública” no se indigno. Hoy como entonces persiste en muchos compatriotas una preocupación por superficialidades y por cuestiones impuestas desde arriba, por los poderosos, ajenas a las necesidades e intereses populares. Muchos se quejan de las capuchas y de los palos que un grupo de jóvenes argentinos de las barriadas populares portan en las calles de la opulenta Buenos Aires. Pero no se preocupan por los Sobisch ni por los asesinos de la cotidianeidad, por el hambre y la miseria de nuestro pueblo, por los cientos que caen día a día por las drogas, por el gatillo fácil o por enfermedades curables. No se preocupan ni se indignan por la institución policial mafiosa de raíz (¡a ellos, igual, se les pide “seguridad”!), por la permanencia de los políticos que dicen ser democráticos, que ayer y hoy siguen engañando al pueblo, gobernando para pocos, para los capitales, para los empresarios, para los poderosos, los que entregaron y seguirán entregando el patrimonio de los argentinos subastando nuestro futuro. Ni hablar de preocuparse por el genocidio del Estado de Israel sobre el pueblo de Palestina, o las invasiones en Irak y en Afganistán. Es esa una preocupación de la moral mezquina, de la comodidad, generada por una mentalidad reaccionaria construida por el opresor que ha logrado alojarla en el cuerpo del oprimido. Así, los poderosos siguen imponiendo su agenda a los sectores populares. Mientras tanto, los responsables de las injusticias y las miserias que vive hoy nuestra Patria, los mismos que se enriquecieron con aquella Dictadura de 1976, la Mesa de Enlace del Campo, la Unión Industrial Argentina (UIA), la Asociación de Empresas Argentinas (AEA), entre varios más, siguen engordando sus cuentas bancarias a costa del hambre y la miseria, todo bajo la tutela del Departamento de Estado Norteamericano.

Pero la historia reciente y el presente de los proscriptos que no están dispuestos a resignarse a una vida sin dignidad revelan otros caminos. Tan sólo 34 años atrás, la solidaridad era un valor común. La organización y la audacia en vastos sectores de las clases medias y populares llevó a cientos de miles a dedicar gran parte de sus vidas (arriesgando su comodidad y tranquilidad) para intentar cambiar su presente, por un futuro con justicia social, en la construcción del socialismo. Justamente esto, entendemos, es lo que debemos conmemorar los 24 de marzo. Allí también debemos buscar la razón de la dictadura. Menos de una década atrás, la Argentina también era otra. La clase política había perdido su maquillaje y el pueblo argentino veía sin medias tintas el resultado de tantos años de mentiras y saqueo. Muchos se habían dado cuenta varios años atrás, al comenzar a vivir el desempleo y la pobreza, donde la opulenta Buenos Aires no suele fijar la mirada, en la Argentina profunda. Allí nació la resistencia al neoliberalismo, y más tarde, el movimiento piquetero. Era la Argentina del “que se vayan todos”, de las asambleas, del descontento, de los políticos sin caretas. Una Argentina donde los piqueteros, acompañados de los encapuchados portando sus palos eran saludados en las calles de la opulenta Buenos Aires. Estos son los puntos de orientación que nos guían y que consideramos deben estimular al pueblo argentino para que sus organizaciones políticas y sociales populares logren la unidad, para lograr una verdadera democracia, la Patria Socialista, único futuro posible. La tarea es realizar el poder del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.



Un camino de dignidad, justicia social y lucha

No pretendemos que todos compartan lo hecho aquel 5 de abril de 2007 ante el asesinato de Fuentealba. Sabemos que para algunos sólo fue una manifestación de impotencia. Sabemos también que para otros son equiparables algunos vidrios rotos con aquel sangriento fusilamiento. Otros tantos, con desidia disimulada, proponen dejar las cosas en manos de la "justicia" y con complicidad disfrazada explican que "hay otros caminos". Pero ni ellos ni nadie los recorren. Porque, en rigor, en nuestra Patria, vienen fusilando argentinos que luchan. El asesinato de Aníbal Verón en Salta a manos de un francotirador, Víctor Choque en Tierra del Fuego, Teresa Rodríguez en Cutral Có, los masacrados en el puente de Corrientes, Darío Santillán y Maximiliano Kostequi en Avellaneda, Javier Barrionuevo en el Jagüel, los masacrados en el Argentinazo del 19 y 20 de diciembre y tantos otros anónimos... Todos son argentinos que cayeron bajo balas de "fuerzas de seguridad" y salvo casos puntuales donde algún policía fue preso, ningún responsable político, ningún funcionario responsable de las represiones fue nunca procesado y mucho menos encarcelado. ¿...y López? A lo sumo hubo algunas renuncias de funcionarios de tercera línea. Nos preguntamos con todos ellos ¿cuál debe ser la reacción, cuál la respuesta digna?

Ya van 3 años del asesinato de Fuentealba, un argentino, un trabajador, un militante; 3 años de impunidad y 3 años desde la represión desatada sobre nuestra organización por salir a denunciar a los verdaderos violentos y asesinos. Hoy, mientras los responsables ideológicos y políticos de su muerte se pasean impávidos por las calles de Argentina (y hasta se candidatean en las elecciones o desempeñan funciones de gobierno) nuestros compañeros son llevados a juicio por salir a denunciar al enemigo que aún está en el poder, haciendo sus negocios, diciendo que es legítimo y que no lo es, qué es lo bueno y qué es lo malo. Pero seguiremos en esa senda. Junto a los docentes de Neuquén, junto a Sandra Rodriguez, junto a tantas organizaciones populares y los miles de compañeros de Fuentealba que se han movilizado desde el primer momento, sin descanso, sin claudicar hasta lograr la cárcel para todos los responsables y demostrar que no nos quedaremos pasivos ante la violencia y los abusos de los poderosos. Porque para lograr una verdadera justicia social hay que denunciarlos y enfrentarlos, y para construir la Patria Socialista hay que despojarlos del poder.



Justicia para Carlos Fuentealba y todos los caídos por luchar

Libertad a todos los presos políticos

No hay democracia ni derechos humanos con desaparecidos y presos políticos